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martes, 20 de marzo de 2018

La cuestión de género en conflictos violentos




La resolución 1325 [1] sobre las mujeres y la paz y la seguridad adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas instando la participación de la mujer y la incorporación de la perspectiva de género en todas las iniciativas de paz y seguridad de las Naciones Unidas, no solo enfatizó sobre el importante papel de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos, negociaciones, consolidación y mantenimiento de la paz, en la respuesta humanitaria o en la reconstrucción post-conflicto. También fue la constatación de que hasta la entrada del actual milenio, a las mujeres en la práctica solo se les había reservado el rol de sujetos pasivos en los conflictos. Excepcionalmente eran llamadas a las mesas de negociaciones, pero no solo su participación activa resultaba minoritaria o inexistente, apenas recibían atención específica. Tampoco se las consideraba en la reconstrucción postconflicto.  

Lo cierto es que las mujeres, junto con los niños,[2]  siguen siendo principalmente las víctimas de, y en, los conflictos violentos, sus opiniones no son consideradas ni siquiera después de finalizados y sus necesidades son habitualmente ignoradas.

Esta situación se ve agravada particularmente en aquellos escenarios en los que de forma cotidiana, y al margen de la existencia o no de conflictos, la mujer es relegada en su participación comunitaria, bien sea por cuestiones atávicas, económicas, religiosas o culturales.

Una realidad que no es más que el reflejo fiel de la marginalidad y exclusión que las mujeres han venido padeciendo, en mayor o menor grado, en diferentes sociedades, culturas y tiempos.

En lo que atañe a la participación concreta de la mujer en los procesos de paz, bien sea desempeñando una función oficial en las conversaciones, bien sea participando en representación de las mujeres como colectivo, como parte o representantes de grupos comunitarios o de la sociedad civil, su intervención es bien reciente y cuando se ha producido se ha caracterizado por un evidente desequilibrio.

Un estudio realizado en 2008,[3] que examinó 33 negociaciones de paz, llegó a la conclusión de que sólo un 4 por ciento de los participantes —11 de un total de 280—eran mujeres. Hasta finales de 2010, tres de cada diecisiete jefes de misión (Representantes Especiales del Secretario General de las Naciones Unidas) eran mujeres, mientras que el número de miembros femeninos del personal militar era del tres por ciento, y de la policía, nueve por ciento.

Treinta y uno de los procesos de paz más importantes que tuvieron lugar entre 1992 y 2011, revela que solamente –atendiendo a la media total- un 4 por ciento de los signatarios, un 2,4 por ciento de los mediadores principales, un 3,7 por ciento de los testigos y un 9 por ciento de los negociadores eran mujeres.


Participación de mujeres en 31 procesos de paz
(1992 - 2011) [4]

Signatarias  
Mediadoras principales
Mujeres testigos
Mujeres equipos negociación
El Salvador (1992)
Acuerdo de Chapultepec
12 %
0 %
-
13 %
Croacia (1995)
Acuerdo de Erdut
0 %
0 %
0 %
11 %
Bosnia (1995)
Acuerdos de Dayton
0 %
0 %
0 %
0 %
Guatemala (1996)
Acuerdo de paz firme y duradera
11 %
0 %
-
10 %
Irlanda del Norte (1998)
 Acuerdo de Viernes Santo
10 %
0 %
-
10 %
Kosovo (1999) Acuerdo Interino de Paz y Autonomía de Kosovo (Acuerdos de Rambouillet)
0 %
0 %
0 %
3 %
Sierra Leona (1999) Acuerdo de Paz de Lomé
0 %
0 %
20 %
0 %
Burundi (2000)  Arusha Acuerdo de Arusha relativo a la paz y la reconciliación en Burundi
0 %
0 %
-
2 %
Papua Nueva Guinea (2001) Acuerdo de Papua Nueva Guinea
7 %
0 %
-
4 %
Macedonia (2001)
 Acuerdo de Paz de Ohrid
0 %
0 %
0 %
5 %
Afganistán (2001)  Bonn
Acuerdo sobre disposiciones provisionales para Afganistán en espera del restablecimiento de las instituciones permanentes de gobierno
9 %
0 %
-
9 %
Somalia (2002)  Eldoret Declaración sobre la cesación de las hostilidades y las estructuras y los principios del Proceso de Reconciliación Nacional en Somalia
0 %
0 %
0 %
-
Côte d’Ivoire (2003) Acuerdos de paz Linas-Marcoussis
0 %
0 %
0 %
-
RDC (2003) Acuerdo de Paz de Sun City (“el Acta Final”)
5 %
0 %
0 %
12 %
Liberia (2003)  Accra Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Liberia y Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia, el Movimiento para la Democracia en Liberia y los partidos políticos
0 %
0 %
17 %
-
Sudán (2005)  Naivasha
Acuerdo General de Paz entre el Gobierno de la República de Sudán y el Movimiento/Ejército Popular de Liberación de Sudán
0 %
0 %
9 %
-
Darfur (2006)  Abuja
Acuerdo de Paz de Darfur
0 %
0 %
7 %
8 %
Nepal (2006) Acuerdo General de Paz entre el Gobierno de Nepal y el Partido Comunista de Nepal (Maoísta)
0 %
-
0 %
0 %
Filipinas (2007)  Gobierno de la República de Filipinas, el Frente Moro de Liberación Nacional y la Organización de la Conferencia Islámica (OCI)
0 %
0 %
-
-
RDC (2008)  Goma – Kivu del Norte
Acta de Compromiso
5 %
20 %
0 %
-
RDC (2008) –Goma – Kivu del Sur
Acta de Compromiso
0 %
20 %
0 %
-
Uganda (2008)
Acuerdo de Paz de Yuba
0 %
0 %
20 %
9 %
Kenya (2008)  Nairobi
Acuerdo sobre los principios de asociación del Gobierno de coalición
0 %
33 %
0 %
25 %
República Centroafricana (2008)
Acuerdo General de Paz
0 %
0 %
0 %
-
Zimbabwe (2008) Acuerdo entre la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (ZANU-PF) y las dos formaciones de Movimiento en pro del Cambio Democrático
0 %
0 %
0 %
-
Somalia (2008) Acuerdo entre el Gobierno Federal de Transición de Somalia (GFT) y la Alianza para la Reliberación de Somalia (Acuerdo de Djibouti)
0 %
0 %
10 %
-
Honduras (2009) Diálogo Guaymuras Acuerdo Tegucigalpa/San José para la reconciliación nacional y el fortalecimiento de la democracia en Honduras. Acuerdo intraestatal
33 %
0 %
-
-
Filipinas (2011)
Declaración Conjunta de Oslo
33 %
0 %
0 %
35 %
República Centroafricana (2011) Acuerdo de cesación del fuego entre la Unión de Fuerzas Democráticas para la Unidad (UFDU) y la Convención de Patriotas por la Justicia y la Paz (CPJP)
0 %
0 %
0 %
-
Yemen (2001) Acuerdo sobre el mecanismo de aplicación para el proceso de transición en Yemen de acuerdo con la iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)
0 %
0 %
-
-


Este desequilibrio entre el destacado protagonismo involuntario de las mujeres en los conflictos y sus parcas posibilidades de que les sea reconocido en las fases de resolución, o en los escenarios de postconflicto, carece de cualquier sentido. Lo cierto es que, si bien no se observa una mejora significativa con respecto al desempeño de cargos oficiales (mediadores principales, signatarios), la representación femenina en los equipos de mediación así como el número y la frecuencia de las consultas entre el equipo de mediación y los grupos de mujeres han ido en aumento.[5]

No obstante, se está produciendo un cambio de paradigma, no solo como reacción a una situación difícil de justificar en la actualidad, también desde la convicción de que las mujeres son por naturaleza mediadoras de conflictos, con una particular predisposición en la búsqueda de la paz y la armonía. Desde luego, los ejemplos no faltan.[6]

Y es que los conflictos violentos no son una realidad neutra,[7] en relación al género.[8] El desafío post conflicto que representa la consolidación de la paz, no puede eludir el compromiso de incorporar a las mujeres en la imperiosa necesidad de encontrar estrategias y valores en prevención del resurgimiento de la violencia. Las políticas de inclusión, como tendencia, se ven avaladas igualmente por el reconocimiento que gobiernos, organizaciones, instituciones y organismos  hacen de la importancia de la participación de las mujeres en todos los niveles de los procesos de paz. 

Aún cuando la mediación de alto nivel es el proceso más visible –y vistoso- muchas han sido las iniciativas de nivel medio, la mayoría de las veces oficiosas, que actuaron como disparadores de posteriores negociaciones para pacificar conflictos violentos. El protagonismo de un buen número de ellas, bien como lanzaderas de los procesos bien como complemento a los ya iniciados, fueron facilitadas por mujeres procedentes de las zonas en conflicto, que contaban con un conocimiento privilegiado, además del escenario en el qué el conflicto se desarrollaba, de las técnicas adecuadas para gestionar las mediación sobre el terreno.

Sin contar con mandatos explícitos o formales, estas iniciativas se han resuelto incluso con el recurso a relaciones personales que facilitaron conversaciones entre las partes, mucho antes de que desembocaran en procesos oficiales.[9]

Además de la integración de la mujer en los equipos de mediadores profesionales en los procesos de pacificación, en los diferentes niveles, se hace imprescindible contar con protocolos normalizados que posibiliten y regulen la participación de los colectivos de mujeres de la sociedad civil en las diferentes fases de los procesos y en las de consolidación y seguimiento en los escenarios postconflicto, facilitando el establecimiento de vías de comunicación eficaces que garanticen el acceso al contenido de sus aportaciones por las partes y las personas mediadoras directamente para su examen.

Pero la tibieza en la incorporación de la mujer a los procesos de resolución de conflictos, no solo trae su origen en posicionamientos arcaicos. Para algunos analistas “la ausencia de las mujeres en los procesos de paz no se justifica por su supuesta falta de experiencia en materia de negociación o de resolución de conflictos. Lo que se observa, más bien, es la falta de esfuerzos dirigidos a integrarlas en los procesos formales de paz. Incluso firmes defensoras y defensores de la igualdad de género y los derechos de las mujeres podrían albergar dudas sobre algunas de esas recomendaciones, no por creer que las cuestiones de género sean secundarias y no deban priorizarse, sino debido a la existencia de una percepción profundamente arraigada de que la participación de las mujeres y la inclusión de los temas de género puede ser perjudicial para el éxito de las negociaciones de paz. Las partes podrían oponerse a que la persona que actúe como mediador sea una mujer, por ejemplo.”[10]

Desde la Resolución 1325, Naciones Unidas implementó la incorporación a sus misiones de mantenimiento de la paz de coordinadores de cuestiones de género y asesores de género. Los primeros atienden a cuestiones personales y puntuales relacionadas con aspectos como discriminación laboral o acoso sexual. Los segundos, son responsables de la incorporación de las cuestiones de género en un amplio espectro. Desde la sensibilización y formación sobre estos temas a todo el personal, incluido el personal militar y civil en todos los niveles, hasta el empoderamiento de las mujeres locales para aumentar su participación en los procesos de paz.

Atender a la perspectiva de género exige también no desconocer que el género es cultural y contextual y que las culturas no son en absoluto homogéneas. El complejo equilibrio entre el respeto a las tradiciones culturales y los derechos humanos básicos, encuentra un nuevo tensor en la realidad cierta de quienes desde el interior de esas culturas dispares cuestionan legítimamente el rol que se les impone socialmente y al que se resisten.[11] Pero tampoco conviene desconocer que las mujeres como grupo, dentro del contexto específico de una sociedad, tampoco lo conforman de manera homogénea y en ocasiones son las principales instigadoras de la exclusión de sus pares.[12]
.
De todas formas, lo cierto es que existe todo un catálogo de ejemplos en los que los procesos de paz se han frustrado debido a múltiples factores, sin embargo todavía no se conoce ningún caso en el que el fracaso pueda atribuirse a las reivindicaciones de las mujeres.

Las mujeres deben de incorporarse, no sólo como mediadoras, también como proveedoras de soluciones a los conflictos, además de poder ser escuchadas deben de convertirse en actoras en los procesos de reconciliación. Su participación en la mediación de conflictos servirá además para garantizar que los intereses de las mujeres y otros grupos vulnerables no continúen opacos.

      Fuente:
Vázquez López, Andrés.  La cuestión de género en conflictos violentos. Capítulo 4.4 (extracto), Modulo Mediación en Conflictos ViolentosCurso Modular de Mediación, UNED, Madrid 2014. Fundación UNED.



[1] “Expresando preocupación por el hecho de que los civiles, y particularmente las mujeres y los niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados por los conflictos armados, incluso en calidad de refugiados y personas desplazadas internamente, y cada vez más sufren los ataques de los combatientes y otros elementos armados, y reconociendo los efectos que ello tiene para la paz y la reconciliación duraderas.
Reafirmando el importante papel que desempeñan las mujeres en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz, y subrayando la importancia de que participen en pie de igualdad e intervengan plenamente en todas las iniciativas encaminadas al mantenimiento y el fomento de la paz y la seguridad, y la necesidad de aumentar su participación en los procesos de adopción de decisiones en materia de prevención y solución de conflictos, Resolución 1325.” Aprobada por el Consejo de Seguridad en su sesión 4213ª, celebrada el 31 de octubre de 2000.  Disponible en:
http://www.lamoncloa.gob.es/espana/eh15/politicaexterior/Documents/Resolucion%201325%20mujeres.pdf 
[Consulta: 23/02/2015]

[2] La Representante Especial del Secretario General para Niños y Conflictos Armados, Leila Zerrougui, subraya que, “pese a los esfuerzos realizados para terminar con la impunidad, las chicas continúan siendo víctimas de violaciones y violencia sexual. Además, ellas también son reclutadas y utilizadas como soldados. Las estimaciones indican que como mínimo el 40 % de todos los menores que están relacionados con grupos armados, son niñas. En este sentido, Zerrougui pide servicios específicos para la reintegración de estas chicas, que se asegure la vuelta a sus comunidades de origen incluyendo aquellas que ha sido obligadas a casarse, han sufrido violencia sexual o han tenido hijos, circunstancias todas ellas que suelen ser causa de rechazo por parte de la familia y vecinos.
Zerrougui hace un llamamiento para que los niños provenientes de grupos armados no gubernamentales sean tratados, en primer lugar, como víctimas y así ser entregados a las agencias y entidades encargadas de su cuidado. Se evita de esta manera su encarcelamiento, por ejemplo, para que tengan acceso a oportunidades de rehabilitación y reintegración."
Informe anual de la Representante Especial del Secretario General para la cuestión de los niños y los conflictos armados.

[3] Fisas, Vicenç. Anuario 2008 de Procesos de Paz, Escola de Cultura de Pau, Barcelona, pp. 20 a 22
Consulta: [Consulta: 23/02/2015]

[4] Participación de las mujeres en las negociaciones de paz: relaciones entre presencia e influencia. ONU Mujeres, 2012. Tabla. Disponible en: http://www.unwomen.org/~/media/Headquarters/Media/Publications/es/WPSsourcebook-03A-WomenPeaceNegotiations-es%20pdf.pdf

[5] “Estos datos indican que la insuficiente representación de mujeres en las mesas de paz es mucho más acusada que en el caso de otras funciones de toma de decisiones pública, en las que las mujeres aún están insuficientemente representadas pero la diferencia se ha ido reduciendo de forma progresiva. Esto incluye las funciones que normalmente predominan en las conversaciones de paz: política, abogacía, diplomacia y presencia como parte implicada en un conflicto armado. La exclusión estructural de las mujeres de las conversaciones de paz tiene consecuencias notables sobre la medida en que se abordan los temas que les conciernen, como la violencia contra las mujeres o sus derechos de ciudadanía. Investigaciones recientes han puesto de relieve la devastadora relación que existe entre exclusión y fragilidad, haciendo hincapié en la elevada correlación positiva entre las desigualdades económicas y sociales horizontales y el conflicto. Los Estados presentan una vulnerabilidad particular cuando un elevado número de sus ciudadanos están desconectados de las instituciones estatales, y cuando estas últimas solamente rinden cuentas a una elite minoritaria.
La ausencia de las mujeres en funciones formales en los procesos de paz plantea una serie de problemas; la escasez de grupos de mujeres de la sociedad civil con acceso consultivo a los negociadores y mediadores plantea otros. Con frecuencia, los grupos de mujeres representan y permiten expresar las prioridades y preocupaciones de las mujeres, y lo harán con más probabilidad que las mujeres que participan en las delegaciones negociadoras, que deben defender los intereses de la parte a la que representan.

[6] En la India,  en el estado nororiental de Manipur, se cuentan por miles los muertos como consecuencia de la violencia armada.  La Red de Mujeres de Manipur, supervivientes de las armas, fue creada por las mujeres para cicatrizar las heridas causadas por la violencia armada en su comunidad. También las Meira Paibies o “portadoras de antorchas”.
[Consulta: 23/02/2015]

Mujeres y Adolescentes en Riesgo Social- MARS: Empoderamiento de mujeres y adolescentes a riesgo en Centroamérica – protección de la explotación sexual y promoción de los derechos humanos.

Grupos como Umu Ada en Nigeria, formado por mujeres, ofrecen en ocasiones consejos para conflictos tribales. 
Disponible en:  http://www.umuadaigbonigeria.com

[7] “Mediante el análisis de género se desmonta la tradicional visión de los conflictos armados como realidades neutras y se pone en cuestión el hecho de que la génesis de los conflictos armados sea independiente de las estructuras de poder que, en términos de género, existen en una determinada sociedad. En segundo lugar, desde esta perspectiva también se plantean serias dudas a las afirmaciones que pretenden homogeneizar las consecuencias de los conflictos sin tener en cuenta la dimensión y las desigualdades de género.” Dimensión de género en la construcción de paz, Barómetro 25, Escola de Cultura de Pau, 2011
[Consulta: 23/02/2015]

[8] “El género es la categoría analítica que pone de manifiesto que las desigualdades entre hombres y mujeres son un producto social y no un resultado de la naturaleza, evidenciando su construcción social y cultural para distinguirlas de las diferencias biológicas de los sexos. El género pretende dar visibilidad a la construcción social de la diferencia sexual y a la división sexual del trabajo y el poder. La perspectiva de género busca evidenciar que las diferencias entre hombres y mujeres son una construcción social producto de las relaciones de poder desiguales que se han establecido históricamente en el sistema patriarcal.” Dimensión de género en la construcción de paz, Barómetro 25, Escola de Cultura de Pau, 2011

[9] En 2004, Betty Bigombe, por iniciativa propia, trabajó como mediadora no oficial entre el Gobierno de la República de Uganda y el Ejército de Resistencia del Señor, ayudando a sentar las bases para las conversaciones oficiales de paz que se celebrarían en Yuba unos años después.

[10]  Participación de las mujeres en las negociaciones de paz: relaciones entre presencia e influencia. ONU Mujeres, 2012. 

[11]  "El multiculturalismo no debería significar que toleramos la intolerancia de otra cultura" y que "nuestras libertades no son optativas". Hirsi Ali, Ayaan, Se buscan herejes: defendiendo el derecho a ofender, 2015. Disponible en:
http://www.libertaddigital.com/cultura/libros/2015-06-28/nuevo-libro-de-la-autodenominada-hereje-ayaan-hirsi-ali-pidiendo-plantando-cara-al-islam-1276551603

[12] “En Malí, las mujeres urbanas tienen menos dificultades para participar en los procesos de desarme que las mujeres rurales que en general tienden a tener menos tiempo libre que puedan dedicar a las reuniones. En este caso, la celebración de una reunión en la tarde (después de diligencias durante el día, antes de la preparación de la cena), por ejemplo, podría permitir que más mujeres participen. Cuando las mujeres participan, su “heterogeneidad” no debe pasarse por alto. En Malí, las mujeres están totalmente definidas en sentido estricto como esposas y madres. Sin embargo, si no están casadas, o no encajan en los estratos sociales, podrían ser excluidas, incluso por otras mujeres. Un ejemplo ilustrativo son las mujeres ex combatientes. Durante su investigación de campo, el equipo de UNIDIR se encontró con unas cuantas mujeres ex-combatientes de una comunidad. Cuando el equipo de investigación pidió que participaran en un “grupo de discusión de ex-combatientes, los miembros masculinos del grupo se negaron, porque eran mujeres”. Del mismo modo, cuando a las mujeres se les pidió que integraran el grupo de discusión de mujeres ex combatientes, también se negaron, porque “las mujeres eran combatientes, no civiles”. El monitoreo participativo y las técnicas de evaluación son herramientas para involucrar a los diversos beneficiarios en los programas de ayuda. Sin embargo, todavía tiene que ser sensible a las condiciones locales y debe perfeccionar las metodologías de acuerdo al contexto local, a fin de que todas las voces sean escuchadas”.
M Vlachová y L Biason, Women in an Insecure World: Violence against women – facts, figures and analysis, Ginebra, 2005, p. 198.
Disponible en: http://www.unicef.org/emerg/files/women_insecure_world.pdf 
[Consulta: 23/02/2015]

[Publicado en LinkedIn el 23 de marzo de 2018: https://www.linkedin.com/pulse/la-cuestión-de-género-en-conflictos-violentos-andrés-vázquez-lópez/ ]

+ Info. Publicaciones relacionadas:

"Las mujeres y su rol en la resolución de conflictos: de víctimas a combatientes y agentes de paz"Andrea Torrens, United Explanations, 19/03/2018

"Las guerras de los hombres fuertes, la red global de las mujeres mediadoras". Maria Solanas,  Real Instituto El Cano, 02/04/2018

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